jueves, 5 de mayo de 2011

en balance

La primera vez que recuerdo con conciencia haber probado un vino que supiera a vino fue en mi estadía en Vancouver. Era cumpleaños de Giulio Miceli uno de los dueños del restaurante donde trabajé y recuerdo que estaba tomando un vino de nombre Val di Suga. Puedo presumir que no era cualquier vino. Tampoco puedo decir que era un vino costoso. Era un vino que un sommelier considera un buen vino. Para mi sorpresa era un "vino que sabía a vino"
Pero que es para mi lo anterior. Un vino que tiene un perfecto balance entre acidez, taninos, fruta y mineralidad. Un vino que lo bebes y no puedes enfocarte en ninguna de sus características porque simplemente sabe a... vino.
Su contraparte para mi sería un vino con mucha personalidad. En donde recaen, desde mi punto de vista varios de los vinos mexicanos boutique que día a día esta acompañando nuestras mesas.
Les diferencias que yo encuentro particularmente es que un vino balanceado es perfecto para acompañar cualquier comida. Das un sorbo y como dicen... estas en el cielo. Notarás que lo unico que hace es quitarte la sed y aumentando tu experiencia gastronómica.
Los vinos con grande personalidad me gusta tomarlos cuando son los protagonistas. Es decir, cuando el motivo de la reunión es tomar ese vino. La comida pasa a segundo plano, la defines de acuerdo a las caracteristicas del vino.
No estoy a favor o en contra de ninguno de ellos. Aunque son tan pocos los vinos que he probado con gran balance que no puedo negar que cuando encuentro uno lo disfruto muchisimo.
Espero que estas letras sirvan para mejorar sus experiencias gastronómicas.
Buenos vinos... balanceados.